Presentación de Poemas para no leer en tu funeral
** Presentación del libro
Por Emilia Fallas
Un
acercamiento con la poesía lleva un primer momento de diálogo con el poema,
antes del análisis formal. Implica una conversación con el hablante y dejarse
llevar por la sensoriedad y provocación que genera, de modo que nos transfiera
y pueda ser disfrutada la descarga de sensaciones que provoca el texto poético:
generar un diálogo intersubjetivo.
Poemas para no leer en tu funeral, en un primer momento, me mostró un texto
cargado de un amor que se trunca por lo inevitable y se expresa de una forma muy
sentida del dolor en los distintos poemas.
Me
obligó a hacer algo, que para los académicos y teóricos tradicionales
como Barthes o Goldman, sería literalmente una barbaridad, porque criticaron la tendencia a estudiar las
obras en relación con el autor y su biografía; ellos eliminaron el autor como
un sujeto individual. Sin embargo, fue ineludible,
y preferí hacer una apropiación, de aquellas a las que se
refería Focault a partir de las
preguntas ¿Quién lo escribió?, ¿de dónde vino el texto?
De
todas formas, ya MARCUSE, también apelaba hace mucho a que “La expresión de una obra se suele considerar
una cualidad que designa al autor, que nos lleva directamente a él, a través de
la vivencia de la obra, y en la medida que ahondamos en su profundidad latente.
Este acercamiento biográfico, lo creí importante para interpretar mejor este
poemario tan íntimo, pues, como lo ha dicho el autor, "es un poemario muy
honesto", desde estados personales. Así, no pude hacer la primera lectura sin que me
identificara con esa inmensa carga emocional,
muy sentida que transmite… que es tan vivencial y tan auténtica. Me provocó ir a ese espacio intersubjetivo con
una conexión aún más llena de sensibilidad y de recepción, en la relación texto-autor- y yo como lectora.
La
relación a partir de la experiencia de Cristian Alfredo, que no mencionaré aquí, pero nos presenta y se unifica
en un yo lírico constante en los poemas con un inmenso componente emocional,
que es sólido y homogéneo en todo el poemario.
Y establece esa comunicación sensible y desolada con el lector.
Es
posible, a partir de la lectura, sentir esa perplejidad ante las circunstancias
adversas que nos refleja un yo lírico distante; a su vez, que mira su mundo
cercano, pero separado por su espacio interior y que trata de identificar
mediante conversaciones y preguntas consigo mismo ¿cómo enfrentar las
circunstancias, el mundo, el hijo…? en fin, una realidad cargada de ausencias.
Así entonces, Poemas para no leer en
tu funeral lleva desde el inicio hasta el final
por una línea consistente que se forma alrededor del alejamiento, de un yo
lírico que está permanentemente lleno de sentimientos profundos y arraigados en
el amor truncado por el devenir y por la adversidad.
Hay
un amor injusto por la causa inevitable que trasciende en lo inhumano, en lo
indescriptible del destino, en lo impensable y lo impotente frente a una
existencia sin respuestas –como es la muerte- que intenta la aceptación entre
“cervezas y adoquines, sencillamente dejarte ir…”
El hablante afronta la muerte como una experiencia irracional; como una circunstancia en su entorno y nos da la sensación de un
camino con preguntas recurrentes que se pueden deducir: ¿ahora qué?, ¿cuál es
el rumbo?, ¿cómo se vive con esto?
Aquí funciona la
premisa que el poeta tiene la capacidad de transfigurar su inquietud
personal, el dolor, la incertidumbre
ante los acontecimientos en una dimensión universal, pues transmite plenamente
esa carga emotiva.
Hay, también, una perturbación del yo que profundiza en su
intimismo, que mira su entorno con
lejanía, distraído, sin entender, que
transmite un amor lastimado y la incomprensión de ese devenir.
Todo el poemario
tiene esas líneas comunes y en forma homogénea, en cuanto a sus
representaciones de sentido. Como lo refleja un poema que dice
Aquí, con la fe del asesino, /con el grito del
tirano que reclama su presagio: /caminar con insistencia sobre estos andenes, /
viejos y corroídos andenes de la vida / donde a la luz de un nuevo trago /otra
vez la vida acaba.
¿cómo se presentan estos elementos en la
estructura del poemario? ¿Cuáles recursos utiliza el poeta para elaborar el
discurso poético?
Poemas para no leer en tu funeral está
compuesto por tres partes secuenciales.
Asimismo, el
título da origen a esa secuencia, pues se encadena desde el mismo título, que tiene
una intencionalidad clara y provocadora, y adelanta ese espacio, con el que nos
encontraremos en la lectura y que es un espacio asociado con el dolor ante la
muerte.
La primera parte lleva
el mismo título del libro. Aquí refleja el contacto cercano con la muerte inevitable de
la pareja que, simbólicamente, llega a ser también la misma muerte en vida del
hablante, pues muestra un yo devastado por la pérdida, la ausencia y la
incertidumbre ante la muerte, a partir de los recuerdos y que ve como una broma
siniestra.
También presenta
con nostalgia un espacio y un mundo circundante asociado con esa lejanía que es
nebulosa e interiorizada por el
hablante. Señala
Cómo he luchado / años y años contra la ciudad
/de transparencia y murmullo interminable, /y ya no me queda un paisaje, una
caricia, /un simpático niño reincidente y extraviado / aproximándose a tus pies
/ antes de aproximarme al regreso. (Poema “Lunes”)
Todo en medio de
la inconclusión del amor, de la vida y de los sueños.
Aquí también, ante
los recuerdos, hay una entrega desde el hablante que está inacabada, frustrada y
hasta, a veces, se autodestruye con denominaciones
decadentes que se hace a sí mismo como “este cobarde ladrón” o como el
“hombre oscuro que no ha encontrado su delirio”.
Es un hablante que
trata de procesar la despedida. Y nos dice:
No sé si puedes oírme, / si todavía crees que
mis palabras/ te engañan y te lastiman, / descendiendo neutras y vacías desde
tu vientre /como un débil artificio.
Toda
esta primera parte está elaborada como una serie de conversaciones desde el hablante hacia los
recuerdos, la despedida y esa pareja ausente.
La
segunda parte del libro, “Cartas a un ángel terrible”, presenta un espacio mucho
más intimista y cuestionador del hablante. Es un punto entre el desencuentro y
encuentro con él mismo, frente a lo
inmediato, y vemos un espacio interno lleno de dudas ante la interacción con su mundo cercano.
Aquí hay un diálogo ante lo aún inexplicable y la
incertidumbre.
Se perciben más
los espacios emocionales e íntimos del hablante, que se encuentra lejano, muy disperso
y retraído: observa el mundo y al hijo de cerca, pero con una actitud distante porque el hablante
está lleno de preguntas existenciales, aún sin respuestas.
Esto es claro en
el poema “La medida exacta del universo”, en un hermoso fragmento que describe
esa retracción ante el mundo.
Me reclamaste porque yo no estaba / para
defenderte de azuladas serpientes / que se muerden la cola / pero sí estaba / puedo
asegurarlo por esta larga tristeza / que se expande y se termina /y por este
instante efímero y eterno / en el que condena /mi esperanza / con el ardor de
los vencidos.
También, en el
poema “Tatuaje en el viento”, hay un fragmento, que ejemplifica ese
cuestionamiento constante, que intenta entender y enfrentar la ausencia:
¿Y si la tarde cae, / y si todos los
presentimientos son solo una excusa / para no olvidar tanto suplicio? / ¿si ya
no tienes la fórmula / para borrar tanto amor que hoy nos difumina?
La tercera parte
tiene una línea discusiva formada alrededor de la figura de la madre y un tránsito entre el recuerdo y el retorno
del yo; el eterno retorno, con el regreso a la casa.
Así leemos a una
madre triste, también angustiada y con cargas emocionales, que, por ejemplo, se presenta en uno de los poemas que más me
gustaron “Fotografía que cuelga en la pared”:
Mi madre y sus amantes distraídos /hombres que
vinieron de un paraíso extranjero /celebrando su hilarante felicidad. /No tuvo
tiempo para hacernos felices […] Tantas veces la miré / cruzando la puerta como
los pudo repetir, diciendo adiós como se dice ausencia.
En cuanto a los recursos
para construir el discurso poético. Hay dos que considero bien logrados 1) la elaboración
de las imágenes y el tipo de discurso poético 2) La sonoridad de los poemas.
La elaboración de
imágenes y el discurso, Solera, utiliza dos formas:
·
algunos de los poemas
aún conservan la metáfora e imágenes elaboradas en su construcción, que tienden
a un estilo más trascendentalista en
cuanto a su forma; pero no así, es transcendental
en su cosmovisión o concepto filosófico, porque, contrariamente, antes que
trascender, el yo lírico se retrae, se vuelve hacia adentro, hacia sí mismo y
el mundo se hace distante para él.
· El otro estilo al
que recurre con más énfasis es al estilo conversacional y, también, la utilización, de la prosa. Es notable un
constante diálogo consigo mismo, alrededor de lo inmediato y los recuerdos de la amada ausente, la madre, del amor
presente, del hijo que lo ve lejano.
Ambos
recursos son distintos, en el primero utiliza una elaboración cuidada de la
imagen y la metáfora; por ejemplo, dice
Aún cuando nadie te reclame / la temida
rigidez de tu garganta, / la jaula de jabón en el jardín / o esa araña disuelta
en millones de colores, /aferrándose a la muerte.
En cambio, los otros poemas más conversacionales y orientados
a la prosa el lenguaje es más cotidiano y directo.
El poemario, en
forma general, muestra unidades melódicas y efectos rítmicos (efecto cascada),
bien logrados; la sonoridad es notable
en todos los poemas.
Poemas para no leer en tu funeral es un poemario muy íntimo, vivencial que lleva
a los lectores a ser parte de ese duelo y ausencias sin respuestas. La lectura
nos incorpora en esa vivencia y confusión ante la muerte a la que también,
todos nos enfrentamos, inevitablemente.
Buen comentario, sin duda, me hace falta este libro de mi amigo Solera, pues tengo todos sus otros, y la reseña de Emilia, me ha dado más sed por leerlo, abrazos a Emilia y a Cristian Alfredo y a su pequeño.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Ronald. Un abrazo para vos.
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