El intertexto y la contextualizaciones. II parte de La versatilidad narrativa de Alexánder Obando
El intertexto y las contextualizaciones
II parte de "La versatilidad narrativa de Alexánder Obando"
—Continuación de la entrada anterior)—
El segundo
recurso narrativo ampliamente utilizado en la narrativa general de Obando es el uso intertextual. Este es
un recurso o técnica utilizada —recurrente también en varios cuentos de Teoría del caos— que es empleado
con una función estética y, también, con una característica más inclusiva que alusiva (términos usados por los estudios comparativos). Esto significa que hay un trabajo consciente
del autor, elaborado con la inclusión de otros textos, no solo literarios,
sino también de otras ramas artísticas (música, arte pictórico) y referentes o contextos
de otras manifestaciones no literarias (muy característico en sus novelas),
como el cine, televisión o acontecimientos históricos -por ejemplo-, y cuya
intencionalidad inclusiva en un acto consciente para la construcción del texto,
cargado de asociaciones deliberadas y con funciones claras para la definición
de la unidad de cada cuento (en este caso).
Para entender
esto, debemos considerar primeramente ¿qué es un texto?; entonces, el lector de
un libro con intertextualidad debe comprender que un texto no es solo la inclusión
de una cita de otro texto escrito: eso puede ser, claro; por ejemplo, la presencia de
un epígrafe que sirve como orientador del texto, pero un texto va más allá: se
refiere a una unidad superior comunicativa y organizada por el narrador o
hablante; de ahí que un texto no necesariamente es un referente literario
escrito; puede ser otro tipo de representación significativa que logre ese
cometido: una imagen, un símbolo, un texto artístico, una historia extraída de
la realidad, entre otros.
Así, el
término intertexto usualmente se conceptualiza como la referencia o
contextualización de otras obras en el texto. Este concepto, como recurso
estético, conlleva asociaciones más
profundas que “hacer mención” o alusión a otros textos. Hay diferencias
entre contextualizar, como alusión (aunque puede estar inherente) y crear intertextos. Esta
diferencia la hace evidente cada texto de Obando en un proceso de construcción
creativa sumamente cuidadosa y asociada con el primer recurso mencionado en la
parte I (entrada anterior de este blog), de manera que actúa como un mecanismo de apoyo a la representación de las voces
múltiples de los narradores y los personajes (polifonía).
Ya Julia
Kristeva, en 1969, se refería a la intertextualidad como un “mosaico” de
referentes que eran absorbidos en el texto para transformar ese nuevo texto, basándose en el concepto de
Bajtín de “heteroglosia”; o sea, que en el texto se cruzan muchos lenguajes: un
texto no es independiente o individual.
El uso de los intertextos cumple varias funciones, que han sido también estudiados por los
análisis comparativos que definen ciertos conceptos que se desprenden de la intertextualidad
y que calzan muy bien para entender la utilización de este recurso en los textos de Obando. Una primera función
del intertexto que ellos mencionan es el intertexto como la representación de influencias; ¿dónde está el límite de
la influencia de otros autores y el de la imitación? ¿Cómo se distinguen
ambos?, —reflexionan los comparatistas—
y a la vez, esta misma reflexión tiende a confundir a los lectores y a los escritores
menos experimentados.
Teoría del caos, como el resto de la obra de Obando, provee
una erudición exquisita que remite a referentes de la Grecia y Roma clásicas,
manifestaciones del realismo sucio norteamericano, las voces del simbolismo,
entre otros. Estas relaciones
contextuales, en un primer momento, tienen la función de establecer una
relación de obras, como dirían los comparatistas, “en un proceso de influencia
sicológica, tradición y convención literaria” (Guillén, 1985, p. 238). Este
libro de Obando sigue presentando una evidencia de esas relaciones
intertextuales a partir de esos referentes que están siempre presentes en su
escritura como un acto inconsciente (influencia). Ahora bien, ¿qué hace la diferencia en la
narrativa de Obando entre esa influencia y no una imitación? La respuesta es precisamente
la exigencia y calidad de las construcciones discursivas y narrativas como
cimenta sus intertextos; acto que obedece a ese gran salto que da de la alusión a la inclusión (retomo los conceptos comparatistas). Por otra parte, si se analizan los cuentos
o textos desde la óptica de la estética de la recepción, el lector puede
determinar claramente esos intertextos; y aquí la maestría narrativa consiste
en que llega a un punto en que el lector, de pronto pierde la perspectiva de
cuál es el límite de la historia real y dónde inicia la ficción, pues su
unificación es tan fina que hay que escudriñar, e incluso, investigar para
determinar esos límites. Este aspecto es
el mejor logro en la construcción de
intertextos de Obando. Igual que con los intertextos literarios, o de la
historia real, lo logra con los intertextos no literarios.
Las construcciones de intertextos en Teoría del caos conllevan hilos muy
finos que interrelacionan la realidad y la ficción; asimismo, constantes
paralelismos entre las relaciones internas del texto y los intertextos —que
pueden ser literarios o no literarios; o sea, con otras disciplinas y artes— juega
sutilmente con esas construcciones. Por ejemplo, en un cuento como “Jesse Harding Pomeroy” hay un tejido y
paralelismo entre la historia construida en el texto (ficción) y varios referentes intertextuales (de la
realidad histórica) y así se teje la realidad literaria. El cuento se construye
con varios intertextos: conjuga con elementos de Jesse H. Pomeroy (persona más
joven condenada por asesinato en Massachusetts en la realidad histórica). La
narración inicia con la historia de Pomeroy y, de pronto, la narración comienza
a incluir otros intertextos de otras historias mediante construcciones que se
unifican o comportan paralelismos a
partir de cada realidad histórica distinta hasta construir la ficción. Así,
encontramos a Walt Whitman a pocos kilómetros de Jesse con Waldo Emerson.
Simultáneamente surge otro espacio: París con otra realidad histórica, donde
ahora está Rimbaud, Verlaine y, posteriormente, otro acontecimiento paralelo en
la narración pero en otro momento y lugar: la muerte de Virginia Woolf.
Así como el
cuento de Pomeroy, encontramos muchos intertextos adicionales: Jack London, y
menciones a Marylin Manson, John Lenon, Magritte, por ejemplo, que son recursos
utilizados para tejer la unidad de los cuentos (a veces alusiones y otras
inclusiones). Igualmente se presenta con el mismo objetivo, y de forma más amplia, en sus novelas o textos anteriores.
Pese a que la
intertextualidad ha sido un recurso utilizado en muchas épocas literarias, en la escritura posmoderna, hay una tendencia a la asociación del
texto y el intertexto muy amplia, cuya propensión ha sido el establecimiento
de una relación entre el pasado y el presente —a veces como nexo o unión estético-ideológica y, otras, como un acto de
ruptura con esa perspectiva estética-ideológica—. En el caso de la narrativa de Obando, el autor transfiere
al texto (según concepto empleado por Kristeva) la responsabilidad y autoridad
discursiva de unir el pasado con el presente, mediante las diferentes voces. La
intertextualidad, en este caso particular, siempre está asociada con ese
fundamento de la estética posmoderna que profesa esos precedentes ideológicos y
estéticos como una influencia y no como imitación en su narrativa. De esta forma,
logra la construcción del metatexto; o sea, un texto sobre textos o sobre la
textualidad.
Algunos
críticos como Federman (1975) se refirieron en su momento a la eterna discusión
de si la intertextualidad se puede confundir o no
con un plagio. La diferencia con el
plagio (de historias) está en ese giro narrativo que se logra con el acto
creador de construir esa ficción a partir de esa realidad histórica. Considero que no hay plagio en la medida que, en el proceso
de recepción del texto (dialogismo bajtiano: lector-texto), el lector logre
reconocer claramente que existe ese referente o contextualización intencional
del narrador. Este es un concepto que
todo buen lector debe siempre reconocer y enfrentar, aún cuando deba recurrir a
una investigación extratextual. En esto radica la diferencia entre el
intertexto y el plagio; o también entre el intertexto y la alusión. La narrativa
de Obando es absolutamente clara en la utilización de este recurso y su
intencionalidad es evidente.
Teoría del
caos quizás es una obra menor en cuanto al tamaño y características propias del
cuento en comparación con las novelas del autor (razón lógica); sin embargo,
logra finamente el mismo objetivo que en esas obras mayores. Logra utilizar con la misma maestría narrativa el manejo e integridad
de los recursos, pese a las limitaciones que podría tener una
construcción más pequeña como es el cuento. El uso y construcción de la intertextualidad,
entendida en su sentido técnico más amplio, no es la excepción y es
elaborada con los diferentes fines narrativos que se mencionan en este
apartado.
Referencia bibliográfica
Guillén,
C. (1985). Entre lo uno y lo diverso. Introducción a la Literatura Comparada.
Barcelona: Crítica.
Pfister,
M. (1991). ¿Cuán postmoderna es la intertextualidad? En Criterios (VI)1,29
Llegué Emilia. Te sigo a partir de ya.
ResponderEliminarAbrazote
Gracias y un abrazo, Leda.
ResponderEliminarEmilia, no tenía noción, o no recuerdo, estas dos entradas sobre Teoría del caos. Muchas gracias por el tiempo que te has tomado analizando el libro. Lo agradezco en todo lo que vsle y más.
ResponderEliminarUn muy afectuoso abrazo.