Poemario Bitácora de los hechos consumados de Juan Carlos Olivas
** Presentación del poemario Bitácora de los hechos consumados en la Feria del Libro de C.R., 2013
Por : Emilia Fallas, lingüista, UNED
Olivas
es un autor, joven aún, que se consolida fuertemente con su obra general y, particularmente, con un
poemario nítido en su construcción, por el cuidado que tiene la
elaboración poética, y por la fuerza
comunicativa de los poemas.
Bitácora
de los hechos consumados, cuyos
galardones y premios, muy bien merecidos, son su carta de presentación: no en vano, ha obtenido los premios Aquileo J. Echeverría y el Premio otorgado por la Academia de la Lengua Costarricense.
Este
poemario está trabajado de manera muy minuciosa, al utilizar un lenguaje altamente
sugestivo y provocador, pero, especialmente, integrador del discurso poético,
que evidencia la fuerza y la tensión de las imágenes que presenta y que
traslada desde los detalles mínimos del lenguaje, hasta una descarga muy fuerte de
significados. Nos lleva a una poesía desgarrada por la misma temática que
encierra: soledad profunda, muerte, angustia y poemas cargados de misticismo,
de dolor, de inconclusión de la vida, del amor, de espacios internos sombríos.
Me llama la atención,
primero, el cuidado como fue estructurado el poemario. Aquí el
ordenamiento y la conformación de las partes tienen una intencionalidad, yo
diría, provocadora de una multiplicidad semántica (como lo vería Ricour: un estado de tensión entre el sentido literal y la plurisignificación).
La
estructura del poemario impresiona, porque no se trata de
capítulos o partes del libro, a los que se les pone un título, sino que su
constitución en movimientos musicales, están absolutamente bien cohesionados
con la estructura y sentidos de los poemas internos de cada movimiento, y con
un hilo integrador entre el poemario y los contenidos. De tal forma que,
cuando se está leyendo el poemario, pareciera que empezáramos a caminar por un
espacio, de algún modo, místico (que nos evoca el mismo lenguaje y la
estructura del libro), pero que, la misma estructura nos provee de un espacio
casi audible, sonoro de la música clásica en un lugar y ambiente, imaginario,
místico, triste, como la misma desolación del hablante lírico que
despierta el discurso.
En
otras palabras, tanto la estructura, el ordenamiento y el discurso son
capaces de generar una ambientación constante y consistente desde que inicia el
poemario hasta que termina.
Esa
integralidad conlleva la fuerza provocadora de sentidos en el poemario. Pareciera
que todo el universo del texto está hecho y logrado intencionalmente para
construir un mundo poético propio e independiente, para generar la
tensión poética.
Este
recurso es uno de lo mejor logrados que he visto en un poemario pues, como
lectora me lleva, a percibir ese
mundo, y esa sonoridad que provee la ambientación… Y no
estamos hablando de narrativa; seguimos hablando de poesía que nunca pierde su
naturaleza y cohesión discursiva en el poemario.
En el yo lírico, encontramos un ser consistente con una personalidad
atormentada, desolada; a veces, lúgubre, más cercana a la muerte o la soledad
que a la vida.
Este
yo lírico se convierte casi en un personaje, apegado y consistente con la
ambientación que mencionaba antes. Pero lo más interesante es que el poemario
ha logrado unificar tan bien todas las partes, que nunca deja o pierde la
nitidez de la construcción de imágenes poéticas con la consistencia y fuerza
semántica de lo sombrío y triste que comunica el hablante lírico.
Nunca,
deja de ser poesía y nunca pierde la calidad de la imagen poética.
Indiscutiblemente,
solo estoy mencionando una pequeña parte de la elaboración discusiva de este
poemario, pero creo
que el nivel de este poemario es algo de lo que podemos sentirnos orgullosos ya
en nuestra historia literaria costarricense, porque da un salto a una elevación poética
integral entre la forma, el contenido y la provocación de sentidos de una
manera sincronizada; pero que, lejos de llevar al lector a una lectura
rígida, quizás por esa estructura tan elaborada, logra, más bien, cargar de una
fuerza sensorial profunda.
Yo, por mi parte, me siento muy contenta y orgullosa como lectora, pues en tiempos
en que se habla tanto de los premios, creo en estos dos (el Nacional y el de la
Academia), no hubo margen de error. Es un
poemario muy cuidado y pensado integralmente. Yo lo veo, finalmente, como
una cadena de palabras, estructuras y sentidos que nunca se rompe.
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